Ciudad de México, 04 de septiembre (SinEmbargo).- La carrera de un músico puede verse truncada por varios motivos, entre ellos sin duda desafinar, perder la voz o la pericia para tocar un instrumento, pero pocos peligros como el que atraviesa el dúo español Amaral, acusado de tráfico de tortugas bebé, utilizadas para el videoclip del 2011 “Hacia lo salvaje”.
La polémica dio inicio cuando en el portal Nómada, el periodista guatemalteco Andrés Zepeda publicó el pasado 26 de agosto una nota titulada “Así trafiqué 31 tortugas bebés para un video de Amaral”, que se puede leer completa en la citada revista digital.
En el artículo, el periodista que se presenta como abogado de causas perdidas, cronista de acontecimientos irrelevantes, terrorista cultural, músico frustrado, comunicador en ciernes, polemista, videasta y ciudadano ejemplar, entre otras cosas peores, narra “la crónica de un ecocidio”.
“Conseguir de manera clandestina, tres o cuatro tortugas recién nacidas era lo de menos en esta tierra nuestra, paraíso de la impunidad y de las contradicciones legales”, dice Zepeda.
Guatemala, según él, “es el único de la región donde no es prohibido el consumo de huevos de parlama. Se venden por quintales en los mercados y ningún ecologista dice nada. Desde que la superstición popular les atribuye propiedades afrodisíacas se sirven de dos en dos en las cevicherías, acompañados de jugo V8 con salsa inglesa, sal y jugo de limón. No hay macho que se precie de serlo que no haya sentido ese par de bodoques viscosos escurriéndole por el gaznate”, dice.
El equipo de producción del que formaba parte Andrés Zepeda consiguió finalmente 31 tortugas para el videoclip de marras.
“Las tortugas estaban condenadas a morirse desde el mismo momento en que fueron capturadas en vez de devolverse inmediatamente al mar, ya que al salir de sus huevos cuentan apenas con la reserva de energía suficiente para nadar durante dos días y dos noches seguidas hasta llegar a la Corriente Ecuatorial del Norte”, cuenta.
EL RECLAMO DE LOS ECOLOGISTAS
Al conocerse el contenido del artículo del periodista guatemalteco, la polémica comenzó a crecer en España, donde los grupos ecologistas y conservadores de especies pusieron el grito en el cielo, frente a la inicial perplejidad de Eva Amaral y Juan Aguirre, integrantes del dúo fundado en 1998 en Zaragoza.
Puede parecer una exageración por parte de quienes defienden el medioambiente, pero la banalidad del hecho, la contradicción que implica cometer un ecocidio para defender los postulados de la supervivencia natural y de lo salvaje frente a lo civilizado, es testimonio de lo perversa que puede a veces ser la cultura reinante, siempre esclava de la apariencia más que de la esencia.
Amaral ha anunciado que emprenderá acciones legales contra la productora del videoclip, pero el daño a la imagen del grupo ya está hecho.
“La productora nos aseguró que la filmación se haría con escrupuloso respeto al medio natural y dentro de la legalidad, tal y como quedó reflejado en el contrato que firmamos con ellos. En este sentido, hemos pedido explicaciones a la productora, responsable de los equipos de trabajo en las fases de preparación y rodaje del vídeo”, dicen los músicos en su muro de Facebook.